Cocemos la pechuga con unas ramas de apio, dos zanahorias, un puerro y un poco de sal.
Reservamos el caldo y la pechuga.
Ponemos el pan en un plato con agua.
Ponemos un chorreón de aceite en una cazuela, echamos la cebolla y el ajo picaditos, cuando estén dorados, agregamos el ají mirasol y el verde triturados, tiene que quedar como una pasta, (si no encontramos, le podemos poner un poco de guindilla), sal y pimienta a nuestro gusto.
Añadimos el pan escurrido y desmenuzado con las manos, lo ponemos a fuego suave y movemos sin parar con una cuchara de madera, cuando veamos que el aceite sube a la superficie incorporamos el caldo colado.
Cuando empiece a hervir, añadimos las nueces, removemos bien y le echamos el queso. Por último la leche evaporada, damos un hervor mezclandolo todo suavemente y servimos acompañado de arroz blanco o patatas hervidas en rodajas, huevo cocido duro y aceitunas negras.
Notas de la receta
Aquí en España, nos puede costar trabajo encontrar los ajís mencionados, que aparte de dar color, le da ese sabor picante tan característico. Si no los encontramos ajies, le echemos un poco de guindilla, no es lo mismo…pero lo importante de esta receta, es que pique un poco o mucho…según vuestros gustos. Se suele servir con patatas cocidas, en rodajas y encima el ají de gallina, aceitunas y los huevos duros.
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