¿Parece fácil freír huevos, verdad? Pero sabemos que todo tiene su «truqui» en la cocina, y freír huevos, tiene su aquel. También depende el gusto de cada comensal, porque a mí me chifla el huevo frito con sus «puntillitas» y a otras personas, con la clara blanca y yema semi cruda. Pero dejémonos de tonterías, porque el huevo bien frito, es aquel que chisporrotea en la sartén, arrugándose la clara para conseguir ese deseado crujiente y a su vez, la yema blandita para el mojeteo, o me equivoco??
¿Y cómo se consigue esa textura dorada? Pues con un buen aceite de oliva virgen (no mucha cantidad) bien caliente, cascamos el huevo y volcamos a un cuenco y de ahí, a la sartén. Dejamos que la clara adquiera ese «rizo dorado» y crujiente, y listo para servir y comer. Una vez en el plato, es cuando me gusta echarle la sal, e incluso a veces, un poco de pimentón De la Vera. Si el huevo es grande, mejor freírlos de uno en uno. Un buen tips para que no salpique el aceite a la hora de echar los huevos, es añadir un poco de sal, ya que absorbe la humedad. ¿Y lo mejor? Es que nunca salen igual, pero «puntillitas»? Sí, por favor.
Pero no nos olvidemos de algo importante, los huevos se fríen al gusto de cada uno 😁