Lavamos las fresas, le quitamos las hojas y las trituramos.
Montamos la nata con azúcar glas, que nos quede bien dura.
En un bol pequeño, ponemos las láminas de gelatina partidas en dos y cubiertas de agua hirviendo.
Ahora, incorporamos las fresas batidas a la nata, con cuidado y sin parar de batir.
Movemos la gelatina y cuando la veamos deshecha, la añadimos a la nata y batimos un poco más.
Echamos la masa en un molde y lo metemos en la nevera de seis a ocho horas.
Cuando lo saquemos de la nevera, ponemos el molde unos segundos en agua caliente, (para poder desmoldarlo).
Ponemos una bandeja encima y con mucho cuidado, le damos la vuelta.